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Airdhana
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Airdhana pertenece a los Hardaykin, una raza de elfos que vivían en las Montañas Ígneas y que guardaban una de las nueve puertas conocidas al Infierno de Thralaar.
El Día del Juicio, la puerta de las Montañas Ígneas recibió el peor ataque que se recuerda por parte de las hordas demoníacas del Thralaar. Durante la lucha, Airdhana, que comandaba un grupo de soldados que defendían la academia, atravesó accidentalmente el portal al infierno, cerrándose la puerta tras ella. Airdhana tuvo que luchar para abrirse camino a través del los infiernos hasta que consiguió volver a nuestro mundo por otro portal después de 5 años de nuestro tiempo. Hay quien dice que cuando lucha, todavía se pueden ver las llamas del infierno reflejadas en sus ojos.
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Los Hardaykin eran una raza de elfos que vivían en las Montañas Ígneas. Literalmente “Hardaykin” significa “elfo de lava” y eran conocidos por su maestría en la forja, que rivalizaba con la de los propios enanos. Pero si por algo eran famosos los Hardaykin, era por que guardaban una de las nueve puertas conocidas al Infierno de Thralaar.
Las puertas del infierno estuvieron selladas con magia hace mucho tiempo, pero esta se fue acabando y, para contener a los demonios del Thralaar, tuvo que ser reemplazada por el frío acero. Las incursiones demoníacas diezmaban a la población de los Hardaykin al principio, cuando la magia se desvaneció, pero los elfos se fueron especializando en el combate y sus armas fueron cada vez mejores.
Transcurridos los años, cuando los demonios cruzaban el portal, rara vez algún elfo perdía la vida. Tal era la eficiencia en la defensa de la puerta que muchas otras razas enviaban a sus mejores guerreros a entrenar y aprender de los Hardaykin creándose la academia de combate más prestigiosa que existía en aquél momento.
Posiblemente por esto, el Día del Juicio, la puerta de las Montañas Ígneas se llevó la peor parte del ataque. Los señores de la guerra de la alta jerarquía del Thralaar y sus tropas de élite se concentraron en aquel punto. Superaban a los Hardaykin en cien a uno. Resistieron apenas tres días. En la tarde del segundo día, Airdhana y sus soldados contenían el asedio a la academia, pero estaban al límite de sus fuerzas; los demonios no necesitaban dormir y sus hombres sí. Cada hora que pasaba, su capacidad de luchar se veía mermada.
Airdhana, consciente de que su fin estaba cerca, decidió hacer pagar cara su muerte y causar el mayor daño posible cargando con los hombres que le quedaban contra el séquito de un gran señor demoníaco que empezaba a cruzar la puerta. Se pertrecharon con lo mejor que pudieron encontrar en el arsenal de la academia y salieron de la fortaleza por un pasadizo lateral. Acercándose hasta el máximo que podían sin ser detectados, se prepararon para el último asalto. En aquel momento, a través del portal comenzó a emerger la imponente figura de un sacerdote demoníaco, el dios de la muerte le otorgaba un último regalo antes de reclamar su alma, Airdhana agradecía el presente. Miró a sus soldados reconociéndoles su valor con un gesto mudo y dirigió su atención hacia el sacerdote a la vez que ordenaba a sus soldados por última vez. Estaba cansada pero no notaba nada que no fuera la empuñadura de sus armas y el firme bajo sus pies. Sus hombres abrieron un pasillo con sus proyectiles mientras Airdhana saltaba hacia su objetivo cuando este aún comenzaba a existir en el mundo real. El golpe fue certero y letal, pero algo no estaba bien. El cuerpo del demonio, aún no completamente materializado, fué atravesado por sus armas de una forma inusualmente fácil. La carne no se rasgó, en lugar de eso, extraños remolinos de energía surgieron como mágicos hematomas distorsionados en un continuo movimiento. Airdhana, desestabilizada por la falta de oposición del cuerpo del demonio, cayó al suelo atravesando el portal del infierno al tiempo que este se cerraba.
Doce horas más tarde, el último de los Hardaykin que defendían las montañas caía ante la superioridad de la horda demoníaca. Fueron necesarios muchos meses y soldados de varios reinos para recuperar las Montañas Ígneas y años para restaurar la marca que dejó la batalla del Juicio Final, como pasó a denominarse.
Ningún testigo pudo contar lo sucedido en aquella terrible lucha hasta que, cinco años después, por el portal del bosque de Var-Thorien, la última de los Hardaykin regresó del infierno.
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